Todos los viernes de cuaresma, tiene lugar el rezo del miserere, hasta que llega el Domingo de Ramos, día en que tiene lugar la bendición de ramas de olivo, que serán colocados en los balcones de las casas como símbolo de protección. En los días siguientes, las mujeres de la localidad realizan, en la más estricta intimidad, la labor de vestir las imágenes que han de ser veneradas durante los días de pasión. Son tallas que representan a Jesús con la cruz a cuestas, el Ecce Homo, la Virgen de la Soledad y el Santísimo Cristo Crucificado. Las tres primeras son de las llamadas “de vestir” ya que sólo tienen talladas la cara, pies y manos.  

 

El Jueves Santo, se realizan los Oficios de la Cena del Señor y se traslada la Custodia al Monumento . A continuación, la Hermandad de Labradores saca en procesión la peana de la Oración en el Huerto, que consta de las imágenes de Cristo, que aparece arrodillado ante un Ángel, con el cáliz en la mano, que lo conforta.

 

Dícese que desde el Jueves Santo, y hasta que no resucite el Señor, las campanas enmudecerán y durante la liturgia sonarán los golpes dados a los bancos, el sonar de las piedras y el pateo contra el suelo. Durante la tarde, noche y madrugada, las personas del pueblo velarán el Monumento en estrictos Turnos de Guardia.

 

El Viernes Santo se celebra la Pasión del Señor, y se realiza el Santo Entierro , procesión en la que desfilan todas las imágenes a hombros, a excepción del Cristo Crucificado, que se porta a mano, en riguroso listado anual, por una persona que irá descalza.

 

El Domingo de Pascua es el día del Encuentro Glorioso. Los hombres desfilan por la calle Real Somera, llevando los niños el Niño de la Bola (imagen que representa a Cristo resucitado), mientras que las mujeres procesionan a la Virgen de la Soledad, vestida de riguroso luto, por la calle del Palacio.

 

Ambos se encuentran en el Olmo de las Cuatro Calles, donde se procederá al ritual de quitarle el manto negro a la Virgen, tras subasta moderada por el alcalde. En medio de los cánticos y el jubiloso repique de las campanas, la Soledad aparecerá con un nuevo manto blanco. 


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